martes, 4 de febrero de 2014

¿Qué es poesía?

Bécquer se preguntó en una ocasión que qué era la poesía. Por desgracia se quedó extremadamente escueto. Para mi, todo, absolutamente todo lo que envuelve nuestra existencia e incluso esta misma no está sino bordada con los hilos de la poesía. Los que conciben la poesía como la simple acción de leer unos cuantos versos para intentar encontrar su parecer en ellos caen en un tremendo y fatal error. La poesía consiste en sentir todas y cada una de las palabras que componen esos versos, es escudriñar los pasadizos entre los que se esconden esos vocablos con la inexorable misión de otorgarles un sentido, una razón de ser. Pero poesía no se acaba en las líneas. 

La poesía se encuentra en el sentir el preciso instante en el que el último de los rayos del sol del atardecer muere más allá del horizonte; es observar inmovil la impasible caída de las postreras hojas otoñales; saber percibir el agonizante movimiento de las nubes al son del impasible vendaval; la presencia irrepetible de una solitaria estrella sobre el firmamento sobre el profundo universo, que no tiene sino misterios que nunca han de ser descifrados; es el reflejo de las desgastadas huellas de unos caminantes sin camino, las cuales no volverán a pisar; es el placer un determinado e irrepetible acorde de una inolvidable melodía; la esperanza que sientes al descubrir la luz de una farola alumbrando la penumbra de una abandonada avenida; es la llegada de un tren cargado de ilusión que ronda los albores de tu sórdida ciudad; es un recuerdo que, quieras o no, olvidas y un olvido que, inevitablemente no puedes evitar recordar; la poesía se personifica en el suave balanceo de las diminutas briznas de hierba que son procedente de la brisa veraniega exhalada por los suspiros que estornuda el destino; es la filosofía una poesía que subsiste a base de argumentos y preguntas; el odio que sonríe ignorante y el amor que llora suplicando un por qué incomprendido; la ausencia de lo fácil, la indecisión de lo complicado...y la tenencia segura de lo imposible; el progresivo desgaste de una vieja roca muda moldeada por el tiempo, apartada de la vida y desgastada por los irrefrenables segundos; la amarga soledad y, en ocasiones, la angustiosa compañía; el primero de los muchos haces de luz nocturna que la luna nos regala; la visión casual de una estancia iluminada desde el exterior cuya luz se esfuma al momento por las traviesas sonrisas de sus irracionales huéspedes; el sentimiento que invade al individuo al bajar las persianas y dar por finalizada un dura jornada de trabajo y, por supuesto, la terrible indecisión de no saber si volveremos a abrir los ojos al bello despuntar del alba. 

Los sedientos hombros anhelando recibir los dolorosos recuerdos de unos párpados fatigados de vida procedentes de una infinita amistad, plasmados en la mayor expresión sincera de tristeza; el arte innato de mentir;las desdibujadas sombras del pasad,las insufribles formas del presente...y las siempre borrosas figuras del futuro; la fuerza que me mantiene caminando, la esperanza que me hace seguir confiando; la inocencia de la sonrisa de unos niños durante un juego infantil y esa misma sonrisa reflejada en el rostro de un anciano al progresar en una vanal partida de dados; un poco de la siempre azarosa y ansiada fortuna; el ultimo tren que parte hacia un siempre desconocida parada que no podemos ni deberíamos intentar averiguar... 

Yo, tú, nosotros...al fin y al cabo...no somos más que misteriosa poesía.

Carlos Masia